Perspectivas agrícolas: balances y esperanzas tras una temporada desafiante

A pesar de los desafíos climáticos enfrentados en los últimos meses, el cierre de la cosecha de soja ha sido, en líneas generales, prometedor en la mayor parte del país. Además, las lluvias recientes han traído un alivio bienvenido para los cultivos de soja y maíz de segunda.

Héctor Cristaldo, líder de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), indicó en una entrevista que, aunque los números finales aún no están disponibles, los resultados preliminares de la cosecha de soja 2023/2024 son alentadores. Se espera alcanzar las proyecciones de 10 millones de toneladas, a pesar de variaciones en los rendimientos.

Sin embargo, destacó que regiones como el norte del país enfrentaron desafíos considerables debido a condiciones climáticas adversas, lo que resultó en un cierre menos favorable para los productores de zonas como Amambay, San Pedro, Canindeyú y Concepción.

Cristaldo explicó que la recolección de la soja de primera ya ha concluido, y que ahora se está finalizando el recuento de superficies y rendimientos por departamento, un proceso que lleva tiempo y que se espera completar hacia finales de este mes o principios de mayo.

En contraste, señaló que en el sur y centro del país se observaron rendimientos satisfactorios, aunque en el norte persistieron los problemas causados por la escasez de lluvias y el calor extremo, una tendencia que se repite por tercer año consecutivo.

En cuanto a los agricultores del norte, muchos de los cuales se vieron obligados a sembrar entre octubre y noviembre debido a la falta de lluvias en septiembre, Cristaldo expresó que la mayoría enfrentará pérdidas y requerirá refinanciamiento para recuperarse.

En respuesta a esta situación, instó al Gobierno a considerar medidas de refinanciamiento a largo plazo, similar a las implementadas durante la sequía de 2022, especialmente para los departamentos más afectados y también para el Chaco.

Por último, Cristaldo subrayó la importancia de las recientes lluvias para el campo, especialmente para los cultivos más tempranos y vulnerables, como el maíz de segunda, la soja de segunda y la chía, que han resistido los desafíos climáticos.